Van Gogh en las colecciones Thyssen-Bornemisza

Del 29 de noviembre de 2014 al 11 de enero de 2015 (Acceso gratuito)

Como parte de los eventos “VanGogh2015”, que conmemoran en varios museos europeos el 125   aniversario de la muerte de Vincent van Gogh, el MuseoThyssenBornemisza presenta una pequeña muestra con cinco obras del artista holandés en las colecciones Thyssen-Bornemisza, cuatro óleos y una litografía que representan las grandes etapas de su carrera. Las cinco obras fueron adquiridas, entre 1965 y 1996,por Hans Heinrich Thyssen, quien había nacido en Scheveningen, la misma playa donde Van Gogh iba a pintar con frecuencia durante sus años en La Haya. Junto a ellas, tres pinturas (también de las colecciones del Museo) de Georges Michel,Charles-François Daubigny y Anton Mauve, tres paisajistas que ejercieron una influencia decisiva en la formación de Van Gogh. Molino de agua en Gennep, de la colección Carmen Thyssen-Bornemisza, es el lienzo más grande pintado por Van Gogh y una de las obras maestras de su etapa holandesa. A mitad de noviembre de 1884, Vincent escribía a Theo: “Estos días, a pesar de las fuertes heladas, he estado trabajando aún al aire libre en un estudio más bien grande (más de un metro) de un viejo molino de agua en Gennep, al otro lado de Eindhoven. Quiero terminarlo al aire libre, pero será lo último que pinte en el exterior este año”. La gama de colores y texturas sugieren el intenso frío y la humedad de esos días del final del otoño en Brabante. Con su doble rueda y la estructura de madera que se reflejan en el agua, el molino se parece a un extraño barco anclado en el ríoDommel. Hay dos figuras en una balsa. Una grieta de luz rasga las nubes grises e ilumina el cielo con una luz inusitadamente blanca y fría, sobre la cual la masa oscura del molino destaca con un fuerte efecto de contraluz.

El contraluz es un recurso expresivo al que Van Gogh volverá con frecuencia en la época de Nuenen, ya sea en su Paisaje al atardecer o en sus interiores con tejedores o campesinos, siluetas sombrías aureoladas por la luz de una ventana o de una lámpara. Esos contrastes generan una atmósfera de misterio y sublimidad casi
religiosa muy sensible en la obra cumbre de la etapa holandesa de Van Gogh, Los comedores de patatas, así como en la litografía que el artista ejecutó a partir de ella, representada en nuestras colecciones.La creación de Van Gogh experimentó un giro decisivo en 1886, a consecuencia de su encuentro en París con los impresionistas. Y sin embargo, también existe continuidad entre la pintura de su etapa holandesa y su obra posterior en Francia. En agosto de 1888, Vincent describía en una carta a Theo“un efecto magnífico y muy extraño” que había contemplado una tarde en Arlés: una barca de carbón en el Ródano, amarrada al muelle, con los obreros yendo y viniendo para llevar la carga a tierra: “Era puro Hokusai”, añadía Van Gogh, aludiendo al aire japonés de la escena. El artista se inspiró en esa impresión para pintar varios cuadros de
barcos descargando, primero desde un puntode vista elevado y con colores claros y más tarde, en Los descargadores en Arlés, con un punto de vista bajo y tonos sombríos. El fuerte contraste entre las siluetas oscuras de las figuras y la barca contra la ardiente luz del atardecer produce un intenso efecto dramático.
La última pintura de nuestras colecciones prescinde del contraste tonal de luz y sombra para hablar un lenguaje basado sólo en el color puro y en la superficie de la tela. Su título, “Les Vessenots”, se refiere a una zona de las afueras de Auvers en la que vivía el doctor Gachet, primer propietario de esta obra. La mirada del pintor se centra en los campos, en el espacio desierto que se abre desde el primer término. El efecto es semejante al de esas composiciones de Degas en las que el suelo de parquet se dilata y desplaza las figuras hacia el fondo o los márgenes del cuadro. Aquí los campos vacíos parecen empujar el horizonte hacia arriba, comprimiendo las casas, los árboles, las colinas, las nubes y el cielo en una franja contra el borde superior del lienzo. El pueblo se aleja de nosotros, se vuelve remoto, inaccesible: nunca llegaremos allí. Sobre los campos, el pincel cargado de pintura despliega una actividad frenética, una especie de escritura en relieve con puntos y comas, rayas rectas y curvas torturadas, y esa enigmática ondulación azul, tal vez un rastro de humo, en primer término.

Georges Michel. Paisaje con molino, s.f /
Vincent Van Gogh. Molino de agua en Gennep,

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